La Ayuda de la Crítica

Las habilidades sociales son un conjunto de conductas aprendidas de forma natural (pueden ser enseñadas), que se manifiestan en situaciones interpersonales, socialmente aceptadas (teniendo en cuenta normas sociales, normas legales del contexto sociocultural y criterios morales).

Entre las personas, las habilidades sociales dotan al individuo que las posee de una mayor capacidad para lograr los objetivos que pretende, manteniendo su autoestima sin dañar la de las personas que le rodean. Estas conductas se basan fundamentalmente en el dominio de las habilidades de comunicación, y requieren un buen autocontrol emocional por parte de quien actúa.

mikiocaSer una persona socialmente habilidosa implica ser capaz de criticar de modo que no se hiera o humille a la persona criticada. Muchas personas, cuando se enfadan, asocian el enfado con desinhibición verbal (gritar, humillar, ofender, etc.) con la idea de provocar una reflexión y aprendizaje en quien es criticado. ¡ERROR! La agresividad humilla y genera un aprendizaje basado en el miedo y la debilidad. Se convence mejor con un buen argumento que con un grito. Ser socialmente habilidosos nos permite ser respetados por parte de los demás, minimizar los conflictos y las emociones negativas de quien se relaciona con nosotros.

En el deporte es igualmente importante ser socialmente habilidosos: entrenadores, fisioterapeutas, preparadores físicos, jugadores, etc. van a estar en constante comunicación y contacto por lo que su capacidad de trabajar juntos se verá influenciada por las habilidades sociales de cada persona.

Con las siguientes 10 reglas será más sencillo expresar las críticas de manera constructiva:

  1. Criticar lo importante. ¿Merece la pena? Si es algo con baja probabilidad de repetirse, es mejor pensarlo dos veces antes de corregir; se aprende más con lo que se valora que con lo que se critica. Estar constantemente machacando a la gente genera frustración y baja autoestima.
  2. No ser repetitivo. Con decirlo una vez, suficiente. Tenemos que ser breves, claros y concisos.
  3. Importa el qué y el cómo. Hay que cuidar las formas. No es necesaria la ira para demostrar quién tiene razón; es más, resulta contraproducente cuando lo que se persigue es un cambio, no hacer sentirse mal a la otra persona.
  4. No hacer juicios de valor. Las personas tendemos a juzgar las actuaciones de otras personas en función de nuestra perspectiva. La crítica constructiva se expresa de forma tranquila y objetiva, basándonos en lo que hemos visto y no en la interpretación de lo que hemos visto.
  5. Ofrecer soluciones. No se trata únicamente de corregir, sino de ofrecer soluciones. Además de la crítica hay que ofrecer alternativas.
  6. Reforzar y valorar el cambio. Los refuerzos generan aprendizaje, y un cambio es un aprendizaje. Si la persona se esfuerza, a pesar de que sea su responsabilidad y deber, el hecho de que se lo reconozcamos y se lo valoremos, le hará sentir bien. Si no recompensamos el esfuerzo estaremos transmitiendo que el cambio no es importante.
  7. Hablar requiere su momento. Para que la persona esté receptiva, necesita estar mentalmente presente en la conversación. Si está enfadada, tiene prisa o simplemente no está receptiva, será mejor plantearse hablar en otro momento de forma más tranquila.
  8. Parar. Si la conversación sube de tono o la persona se enfada, es mejor parar y buscar un momento más adecuado para hablar.
  9. Ser comprensivo y empático. A nadie le gusta ser criticado. El buen trato y el aprecio hacia la otra persona hará que ambos se sientan mejor a la hora de corregir o modificar algo.
  10. Permitir expresarse. La comunicación, incluso en la crítica, es un proceso bidireccional.

Estas reglas son básicas para realizar una crítica constructiva en cualquier ámbito de la vida (desde el deporte hasta las relaciones sociales del día a día). Una vez interiorizadas, resultará mucho más sencillo y efectivo cada mensaje que enviemos.

“El objetivo de la crítica es dejar al criticado con el sentimiento de que ha recibido una ayuda”

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